miércoles, 23 de diciembre de 2020

LA ABUELA

 #UNANAVIDADDIFERENTE 

Estaba seguro de que esta Navidad iba a ser diferente, por lo de las mascarillas, lo de no juntarse más de seis y todo eso… pero todavía no sabía hasta qué punto iba a ser diferente de verdad.

Hasta el veintitrés todo había transcurrido más o menos con normalidad: nosotros trabajando, los chicos con exámenes y clases virtuales, algo de compras navideñas, otro año sin que nos tocara la lotería, …Pero una llamada esa tarde trastocó todos los planes: ¡¡¡a la abuela la habían ingresado en el hospital!!! ¿Cómo podía ser? ¿Sería el virus ése? Parecía que no, pero la realidad es que le costaba respirar y la tuvieron que llevar a urgencias.

Cuando Martita, nuestra hija pequeña se enteró, lo primero que dijo fue:

-      La abuela lo ha hecho a propósito, porque no le gusta la Navidad 

Y no le faltaba razón. A mi madre no le gustaba celebrar la Navidad desde que mi padre había fallecido hacía tres años. Y no se lo poníamos fácil, porque como tenía tres hijos y doce nietos, no le dejábamos opinar y todas las Nochebuenas nos presentábamos los dieciocho en su pequeño piso del centro. ¡¡¡No sabíamos cómo lo conseguíamos, pero siempre cabíamos todos!!!

 Este año ya habíamos decidido, bueno en realidad lo habían decidido otros por nosotros, que sería una Navidad diferente, porque no nos podríamos juntar y cada familia celebraría la Nochebuena y la Navidad por separado.

 Fuimos mi mujer y yo corriendo al hospital donde nos encontramos con mis hermanos. Imposible entrar a verla. El médico nos dijo que estaba estabilizada pero que se tendría que quedar un par de días en el hospital. ¡¡¡Un par de días!!! ¡¡¡el 24 y el 25!!! Menuda faena, ¡tendría que pasar la Navidad sola en el hospital!

 Cuando se lo contamos a nuestros hijos, se quedaron fastidiados y protestaron. Se fueron a sus habitaciones y montaron una video con sus primos, en la que poder desahogarse y protestar.

 Al día siguiente, el 24, ya nos habíamos resignado a pasar cada uno la Nochebuena en su casa y mi madre en el hospital, así que la visité por la mañana en su habitación. La encontré bien, serena, algo triste:

 -      Este año sí que me hubiera gustado celebrar la Navidad todos juntos – me espetó cuando ya me iba

La verdad es que conforme se iba acercando la hora de la cena, una sensación extraña se fue instalando en casa. No había ni ruidos. ¿Qué raro? ¿Qué estarían haciendo los chicos?

Eran ya los ocho cuando sonó el teléfono. Era del hospital. “Vamos enseguida” acerté a decir. Cogimos los abrigos rápido y salimos mi mujer y yo corriendo para allá.

Al llegar, la escena era aterradora: mis cinco hijos con sus otros siete primos, todos con heridas de mercromina en brazos y piernas, y con mochilas llenas de comida, pretendían ser atendidos en urgencias. Los muy cobardes habían dejado a la pequeña Martita frente al médico:

-      ¡Queremos que nos curen y nos lleven a la habitación 218 para recuperarnos!

Sin necesidad de sobornar a nadie, y como era Nochebuena, les dejaron subir un momento a ver a la abuela, que, saltándose un poco las normas, les abrazó y besó uno por uno.

Sin duda había sido una Navidad diferente, pero había sido Navidad.


RAFA JOTA

 

1 comentario:

  1. No sé cuánto tendrá de realidad o de ficción, pero es una historia muy tierna.
    Suerte en el concurso de Zenda, yo también participo con mi cuento:
    https://www.humoryalgomas.com/2020/12/zenda-cuento-de-navidad-2020.html

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