jueves, 24 de diciembre de 2020

NADIE DEBE ESTAR SOLO EN NAVIDAD

 #UNANAVIDADDIFERENTE 

A María no le gustaba la Navidad. Bueno, en realidad lo que no le gustaba era todo lo que se suponía que había que hacer y sentir en Navidad. Porque, en el fondo, aquello de que había nacido un Niño en un portal y que ese Niño era Dios, eso sí le gustaba. Porque ella era de pueblo, y de pequeña tenía que dar de comer y abrevar a las vacas de su padre. Y se imaginaba que el portal de Belén, debía haber sido muy parecido al pajar que ellos tenían junto a su casa. Sus padres muchas veces habían acogido a gente que pasaba por ahí, y al igual que a la familia de Nazaret, les habían ofrecido el pajar para pasar la noche.

Por eso María, cada uno de diciembre, sacaba de un cajón de la cómoda un pequeño belén que había comprado hacía muchos años en el mercadillo de su barrio, y lo ponía encima de la mesa camilla de la sala de estar de su casa.

Pero ésa era la única señal en casa de María de que era Navidad. Además, esto de la pandemia le había venido fenomenal, porque así no tenía que andar dando explicaciones a las vecinas de su edificio de por qué salía tan poco. No le gustaba salir sin su marido, y su Pepe, ya hacía diez años que la estaba esperando, en donde fuera que estuviesen los mecánicos jubilados cuando se morían.

Desde entonces se había quedado muy sola en su piso de la ciudad, y en realidad, se había quedado muy sola en el mundo. Claro que le hubiera gustado tener chiquillos, pero algo debía funcionar mal porque nunca pudieron tener un hijo. Por eso, tampoco le gustaban los niños de los demás.

Y de esta forma María trataba de pasar la Navidad de este año, que todos decían que iba a ser diferente, aunque para ella iba a ser igual que todas las anterores. En el fondo se alegraba un poco de que el resto de mundo tuviera que pasar una Navidad parecida a la que ella pasaba siempre: sin excesos, sin alegría, sin reuniones familiares, …. “Para que se enteren” pensaba para sí.

Para acabar de fastidiarla, este año se habían mudado al piso de enfrente, en su mismo rellano, una pareja con dos niños pequeños, que habían transformado un piso tan viejo y feo como el suyo, en un espectacular apartamento con todo nuevo: suelos, cocina, paredes, muebles, … Por lo poco que María había podido entrever cuando coincidían en el rellano y abrían la puerta, era algo precioso. Le habían invitado a pasar un par de veces, pero la orgullosa María no estaba dispuesta a reconocer que ese piso era mejor que el suyo. “Pobre, pero digna” pensaba ella.

Y además por lo que se veía, les encantaba la Navidad, porque tenían la puerta decorada con estrellas, guirnaldas y ¡hasta habían puesto un reno lleno de lucecitas en el rellano! Y esos niños, todo el día corriendo y chillando. “Qué mal educados los tienen. Si mi Pepe y yo hubiéramos tenido hijos, ¡a esos sí les hubiéramos educado nosotros bien!”

Eran ya la seis de la tarde del día de Nochebuena, y María se sentó en la salita, junto al teléfono, con la esperanza de que alguna de sus amigas del pueblo o alguna de sus primas que todavía le quedaban, se acordaran de ella aquella noche. Pero fue en vano. Oyó que le había llegado un mensaje al teléfono y lo cogió rápidamente. Su rostro cambió cuando comprobó que era su compañía de teléfonos que le deseaba feliz navidad.

Se quiso convencer de que era una noche como cualquier otra, y decidió apagar la tele, ponerse el pijama y la bata y tomar cualquier cosa de la nevera para cenar. Se disponía a entrar en su dormitorio cuando sonó el timbre de la casa. “Seguro que la familia feliz se ha olvidado algo y me lo quieren pedir. Mucho piso y poca cabeza” rumió entre dientes.

Abrió la puerta.

-      Señora María, dicen mi papá y mi mamá que si quiere cenar con nosotros esta noche 

María no sabía qué decir. 

-      Es que como este año nos han dicho que solo podemos ser seis, y mis abuelos tienen miedo de contagiarse, pues van a quedarse en su casa. Y no queremos cenar solos… ¿vendrás?

 A María le salió una sonrisa en el alma y otra en la cara.

 -      Sí claro. Muchas gracias bonito. Ahora voy. Nadie debe estar solo en Navidad.

 

RAFA JOTA

2 comentarios: